"El gobierno americano mandó todo ese dinero a nosotros, opinamos que nos lo paguen, porque nos lo deben, porque es de nosotros”, dice Juan Ramírez Padilla, de 73 años, quien trabajó en Estados Unidos cultivando naranja, tomate y algodón desde 1952, como parte del programa “Bracero”, y que ahora se prepara para una caminata de más de 80 kilómetros para exigir su fondo de ahorro que generó estando allá.
Juan Ramírez pertenece al contingente de Jalisco que partió desde Guadalajara, para reunirse con otros miles de braceros mexicanos, provenientes de más de 15 estados de la República, en Tepeji del Río, Hidalgo. De ahí, juntos, emprenderán la Gran Marcha por la Dignidad hacía la Ciudad de México, este 11 de abril.
“Hay, al pasito, al pasito”, los jornaleros migrantes llevarán sus exigencias: que el Gobierno Federal mexicano les entregue el dinero que les corresponde, en una sola emisión, sacando a la luz los documentos que comprueban que se mandaron cientos de millones de dólares y los nombres de las personas a quienes iban dirigidos.
De 1942 a 1966 cientos de miles de mexicanos trabajaron en los campos, el ferrocarril y la industria de Estados Unidos, dejando a sus familiares por largas temporadas, sufriendo humillaciones al cruzar la frontera y viviendo en un país muy diferente al suyo; los braceros ayudaron a consolidar Estados Unidos como una potencia y a construir México.
“No era que ganaba uno mucho, ganaba uno poquito, pero rendía mandándolo. Los que los mandábamos acá, rendía con nuestra familia”, asegura Fructoso Mata, uno de los 19 ex braceros de Casimiro Castillo, Jalisco, que no han recibido el dinero de su trabajo en los años cuarenta.
“Nos pagaban a 90 dólares la hora en ese tiempo y quedaban diez (por ciento) de ahorro”, recuerda Guadalupe Luna Ortiz, que ahora radica en Zapopan. Algunos trabajadores no sabían de qué se trataba el descuento ni se creían con el derecho de preguntar, mientras que otros, según Fructoso Mata, de 75 años, lo sabían desde el principio. “El que nos hacía la contratación en el centro, decía: ‘cuando regresen van a tener un ahorro’”, dinero que fue enviado directamente al Banco de México. “Se los vamos a mandar a sus domicilios en México”, les dijeron, y nunca llegó.
Juan Ramírez pertenece al contingente de Jalisco que partió desde Guadalajara, para reunirse con otros miles de braceros mexicanos, provenientes de más de 15 estados de la República, en Tepeji del Río, Hidalgo. De ahí, juntos, emprenderán la Gran Marcha por la Dignidad hacía la Ciudad de México, este 11 de abril.
“Hay, al pasito, al pasito”, los jornaleros migrantes llevarán sus exigencias: que el Gobierno Federal mexicano les entregue el dinero que les corresponde, en una sola emisión, sacando a la luz los documentos que comprueban que se mandaron cientos de millones de dólares y los nombres de las personas a quienes iban dirigidos.
De 1942 a 1966 cientos de miles de mexicanos trabajaron en los campos, el ferrocarril y la industria de Estados Unidos, dejando a sus familiares por largas temporadas, sufriendo humillaciones al cruzar la frontera y viviendo en un país muy diferente al suyo; los braceros ayudaron a consolidar Estados Unidos como una potencia y a construir México.
“No era que ganaba uno mucho, ganaba uno poquito, pero rendía mandándolo. Los que los mandábamos acá, rendía con nuestra familia”, asegura Fructoso Mata, uno de los 19 ex braceros de Casimiro Castillo, Jalisco, que no han recibido el dinero de su trabajo en los años cuarenta.
“Nos pagaban a 90 dólares la hora en ese tiempo y quedaban diez (por ciento) de ahorro”, recuerda Guadalupe Luna Ortiz, que ahora radica en Zapopan. Algunos trabajadores no sabían de qué se trataba el descuento ni se creían con el derecho de preguntar, mientras que otros, según Fructoso Mata, de 75 años, lo sabían desde el principio. “El que nos hacía la contratación en el centro, decía: ‘cuando regresen van a tener un ahorro’”, dinero que fue enviado directamente al Banco de México. “Se los vamos a mandar a sus domicilios en México”, les dijeron, y nunca llegó.
Sobre la cantidad de dinero que no les ha sido entregada, Sixto Rivera, uno de los ex braceros que en 2004 tomaron el rancho que tiene en Guanajuato el entonces presidente Vicente Fox para darle trascendencia al problema, explica que las comisiones especiales designadas a la investigación de este fraude descubrieron que la deuda con los migrantes asciende a 363 mil pesos por cada uno, “pero como había la diferencia de que unos no fueron varios años (…) logramos que se tomara un promedio de los valores de la moneda: en los 22 años que duró el convenio, la moneda valió 4.80, 8.40 y 12.60; entonces se le sacó promedio a ese estudio y de los 363 mil pesos que sacaron las comisiones, aceptamos 100 mil pesos, al negociar la deuda, para cada uno”.
Sin embargo, el entonces presidente Vicente Fox, “en vez de darnos una compensación de 100 mil pesos, nos da un apoyo social. ¡Entendemos bien qué es un apoyo social!, pues si no somos tan burros”; son 38 mil pesos para cada trabajador entregados en “apoyos” de cuatro mil pesos cada año, durante diez años.
“Yo soy de Zapotlán del Rey, fuimos a Poncitlán y nos entregaron cuatro mil pesos. Yo le hice la pregunta allí al que nos entregó: ‘¿Este dinero en qué plazos va a ser?’, ‘cada dos meses’, y no, ya no habido nada, ya vamos en 5 meses y no hay nada”, recuerda Juan Ramírez Padilla.
Además, los ex braceros necesitan entregar pruebas de que trabajaron en Estados Unidos de 1942 a 1966; algunos perdieron sus papeles y a otros les fueron recogidas las “micas” al exigir su fondo de ahorro.
“Aquí los papeles los recogieron, micas y todos los papeleos, pero yo a la mica le saqué una copia y es la que traigo aquí, nos quitaron todo, eran engaños, y a la hora de la hora no nos pagaron y hasta la fecha no quieren pagar”, reclama José Rodríguez Rodríguez mientras busca la copia de su credencial de Estados Unidos.
Lo mismo pasa con las viudas e hijos de los migrantes que guardan las “micas” o recibos con la esperanza de que se les haga justicia; mientras que otros no pueden comprobar que sus padres los dejaron “chiquillos” para irse a trabajar.
Por otro lado, Francisco Plascencia Rendón, con 89 años de edad y desde su silla de ruedas, está convencido de que existen listas con los nombres de los braceros. “Está apuntado todo eso, hasta cómo se llamaba el patrón”, y confía en que (Emiliano) Zapata, donde quiera que esté, les ayude a recuperar su dinero.
Fructoso Mata, por su parte, espera que con la Gran Marcha por la dignidad se le “ablande” el corazón al gobierno y les devuelva sus “centavitos”. “¿Qué más?, ya tenemos 7 años y no vemos claro, andamos pa allá y pa acá. Aguascalientes, San Cristobal, Morelia, y aquí hemos hecho también varias marchas y nada, no nos hacen caso”.
Se estima que los ex braceros llegarán el 13 de abril a las 10 de la mañana al Hemiciclo de Juárez, de la Ciudad de México.